Voto de los jóvenes universitarios bogotanos: la fuerza del ejemplo en pos de la transformación de los resultados del plebiscito del 2 de octubre de 2016 en Colombia*
The Vote of the College Youth in Bogotá: The Force of the Example to Promote a Transformation with the Results of the Plebiscite on October 2, 2016 in Colombia
Votação dos jovens universitários de Bogotá: a força do exemplo em busca da transformação dos resultados do plebiscito de 2 de outubro de 2016 na Colômbia
Signo y Pensamiento, vol. 40, núm. 78, 2021
Pontificia Universidad Javeriana
Juan Carlos Gómez Giraldo a juan.gomez@unsabana.edu.co
Universidad de La Sabana, Colombia
Juan David Cárdenas Ruiz
Universidad de La Sabana, Colombia
María Fernanda Gaitán Torres
Universidad de La Sabana, Colombia
Juana Manuela Gamboa Martínez
Universidad de La Sabana, Colombia
Yaleni Solano Alarcón
Universidad de La Sabana, Colombia
Recibido: 10 Octubre 2020
Aceptado: 10 Mayo 2021
Publicado: 30 Junio 2021
Resumen: La fuerza del ejemplo, aquello que tiene la capacidad de fusionar lo que es . lo que debería ser en aquello que es lo que debería ser (Ferrara, 2008), es la idea que sintetiza los principales hallazgos de la investigación que realizó el Observatorio de Medios de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Sabana sobre el voto de los jóvenes universitarios de Bogotá en el plebiscito del 2 de octubre de 2016. Contrario a lo que se especulaba, y en contraposición a la población adulta que se abstuvo de participar, los estudiantes votaron y respaldaron los acuerdos que firmó el Gobierno con los guerrilleros de las FARC; y cuando el Sí fue derrotado, se movilizaron para dar ejemplo con la acción y reclamar la transformación de los resultados adversos en una nueva oportunidad para la paz.
Palabras clave:participación política, abstención, plebiscito, jóvenes universitarios, proceso de paz.
Abstract: The force of the example —a fact that enable to combine what it is and what is should be in order to get something like it is what it should be (Ferrara, 2008)— is the idea that encapsulates the main findings from a research by the Media Observatory of the Communication Department of the Universidad de La Sabana on the vote by the college youth in Bogotá, during the plebiscite carried out on October 2, 2016. Opposite to the expectations and in contrast with adult people that decided to not participate, the young students voted and backed the peace agreement signed by the Government and the FARC guerrillas. When the “YES” was defeated in the voting, the youth did a mobilization to set an example with their action and claim a transformation on the adverse results to have a new opportunity for the peace.
Keywords: political participation, abstention, plebiscite, college youth, peace process.
Resumo: A força do exemplo, aquele que tem a capacidade de fundir o que é e o que deveria ser naquilo que é o que deveria ser (Ferrara, 2008), é a ideia que sintetiza os principais achados da pesquisa realizada pelo Observatório da Mídia da Faculdade de Comunicação da Universidade de La Sabana sobre o voto dos jovens universitários de Bogotá no plebiscito de 2 de outubro de 2016. Ao contrário do que se especulou, e ao contrário da população adulta que se absteve de participar, os alunos votaram e apoiaram os acordos que o Governo assinou com os guerrilheiros das FARC; e quando o Sim foi derrotado, eles se mobilizaram para dar o exemplo com ação e exigir a transformação dos resultados adversos em uma nova oportunidade para a paz.
Palavras-chave: participação política, abstenção, plebiscito, jovens universitários, processo de paz.
De apatías, plebiscitos y participación ciudadana
El 2 de octubre de 2016 es una fecha que quedó guardada en la historia de Colombia, porque ese día los colombianos dijeron No1 a los acuerdos de paz firmados entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos Calderón y la guerrilla de las FARC-EP (hasta ese momento Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo), grupo que durante más de cincuenta años intentó llegar al poder político por medio de las armas. Quedó en el recuerdo, porque, contrario a lo que indicaban encuestas a una semana del plebiscito2, los colombianos no aprobaron los acuerdos firmados protocolariamente el 26 de septiembre en Cartagena, y obligaron a que los negociadores gestionaran modificaciones sustanciales para redactar un nuevo acuerdo, que se firmó el 24 de noviembre de 2016 en el Teatro Colón de Bogotá, y que, en esta ocasión, fue refrendado por vía legislativa en el Congreso de la República a través de un procedimiento denominado fast track que aprobó de manera “rápida, especial, excepcional y transitoria” (Corte Constitucional, 2017) las reformas constitucionales derivadas de ese Acuerdo Final (Presidencia de la República, 2016), con el posterior aval por parte de la Corte Constitucional (Corte Constitucional, 2017).
Un momento histórico puesto que, pese a la importancia del tema, los ciudadanos se abstuvieron de participar con su voto en un plebiscito que, desde la perspectiva del Gobierno, pretendía “[…] acabar con los más de 50 años de guerra civil en el país, una guerra que ha costado la vida de al menos 220.000 colombianos y desplazado a cerca de seis millones de personas” (Santos, 2019, p. 27), argumento que fue ignorado por cerca de 22 millones de colombianos habilitados para votar, quienes prefirieron quedarse en casa y dejar que otros decidieran por ellos. “El plebiscito mostró entonces un país fracturado por la polarización existente entre los ciudadanos más activos y una gran mayoría silenciosa, que no sabemos si son apáticos o estaban desconcertados frente al proceso” (Uprimny, 2018, p. 77).
Pero las sorpresas no pararon con el impensado triunfo del No o con la alta abstención en las urnas, 72 horas después salieron a las calles y plazas de las principales ciudades los jóvenes universitarios a reclamar el ¡Acuerdo ya! “Entre el 5 y el 25 de octubre hubo al menos una movilización social diaria en algún punto del país en apoyo a los acuerdos, para un total de 54 a lo largo del mes” (Botero, 2017, p. 383).
Esta renovada actitud de respaldo ciudadano protagonizada por jóvenes universitarios y contraria a la indilgada “apatía política” (Awad et al., 2010; Centro de Estudios en Democracia y Asuntos Electorales, 2013; Díaz y Moreno, 2017; López, 2013; Parra, 1986) motivó la formulación de preguntas que pretende responder esta investigación: ¿Por qué esta actitud de los jóvenes universitarios frente al proceso de paz y su refrendación? ¿Fueron ellos votantes activos o formaron parte del grupo de abstencionistas? Si votaron el plebiscito, ¿cuáles fueron las razones que los motivaron a hacerlo y por qué opción se inclinaron? Si no participaron, ¿qué razones adujeron? ¿Cuál fue el grado de influencia de posturas religiosas y políticas en el voto de los jóvenes en el plebiscito? ¿Cuál fue la posición de los jóvenes universitarios frente al plebiscito desde la perspectiva de género y tipo de universidad (pública o privada) a la que pertenecían? Si los estudiantes universitarios se declararon víctimas directas del conflicto armado, ¿cuál fue su postura frente al plebiscito? Antes de pasar al cómo y al para qué de la investigación se plantearán algunas motivaciones teóricas.
Participación política, transformaciones, protagonistas y nuevos escenarios
Los jóvenes, población que suele caracterizarse por dinámicas diferentes a las expresadas por los adultos en cuanto a su participación en política, han despertado un reciente y creciente interés como objeto de estudio. Hacia 1979, Barnes y Kaase advirtieron el rompimiento entre lo que consideraban formas convencionales y no convencionales de participación política, siendo las primeras aquellas enmarcadas dentro de la institucionalidad y los procesos legales (partidos, campañas, elecciones, etc.) y las segundas (ocupaciones, boicots, huelgas, etc.), entendidas como aquellas que no tenían correspondencia “[…] con las normas, leyes, reglas y costumbres que regulan la participación política en un régimen dado” (p. 41). En esta clasificación se intuye una primera transformación que lleva a los ciudadanos más allá de lo partidista político y los empodera con una participación activa en el espacio público.
Otros investigadores sociales se alejan de la teoría de Barnes y Kaase y prefieren hablar no de un rompimiento del paradigma, sino de una transformación de las acciones y herramientas de participación, porque insisten en que los conceptos de ciudadanía y participación no han cambiado (Catalina-García et al., 2018). En esa línea argumentativa, Bennett et al. proponen distinguir entre “ciudadano actualizado” y “ciudadano obediente” para referirse a las posiciones que pueden asumir la participación y la implicación ciudadana en los asuntos políticos; mientras el “ciudadano obediente” se caracteriza por su percepción de la votación como el acto central de la democracia, el “ciudadano actualizado” se plantea una perspectiva más amplia traducida en conductas como la relacionada con el voluntariado y el activismo social (2008, citados por Catalina-García et al., 2018).
Estas transformaciones fueron catalogadas por otros estudiosos de la ciencia política como un tránsito de una sociedad material a una sociedad postmaterial (Bell y García, 1976; Inglehart, 2015; Inglehart y Flanagan, 1987). Esta idea se sostiene sobre la premisa de que las transformaciones económicas, las conquistas políticas y el realce de la dimensión cultural de las sociedades contemporáneas trajo consigo un nuevo paradigma de entendimiento de lo político, una expansión de las fronteras de lo público y el surgimiento de nuevos actores y espacios para la participación política. Se pasa:
[…] de los temas vinculados al bienestar material, a la idea tradicional de progreso, al desarrollo, al crecimiento de la producción y la distribución de bienes, al consumo y a la seguridad, propios de una política de clivajes, a otros nuevos, monotemáticos típicos de una política de issues: ecología, igualdad de sexos, identidad sexual, solidaridad, integración, cultura, tolerancia, autonomía, autoestima, autorrealización, pertenencia, desarrollo sustentable, etcétera. (Oñate, 2005, p. 111)
A este escenario de transformaciones de las formas y temas de la participación política se debe sumar la aparición y consolidación de Internet y de las redes sociales como una ampliación de la esfera pública tradicional. Miles de ciudadanos utilizan los medios digitales para la expresión en lo público, y los jóvenes son uno de los grupos poblacionales con mayor acceso y capacidad de uso de estas tecnologías y nuevas formas de participación política. Las redes sociales e Internet son vistos como elementos “complementarios” que pueden potencializar la participación política, en la medida en que sirven como fuentes informativas, medios de comunicación y esfera pública virtual (Polat, 2005). Bennett et al. (2011) consideran que esta capacidad de uso de las nuevas tecnologías hace que los jóvenes adopten estilos más expresivos de “ciudadanía actualizada”, para la comunicación que tiende a promocionar el compromiso cívico; es una actitud que, según explica García Jiménez (2018), está motivada por la necesidad que tienen los ciudadanos de expresarse de manera colectiva —junto a sus iguales— a través de las redes sociales debido a la creciente desconfianza en las instituciones públicas políticas (Catalina-García et al., 2018).
Sin embargo, también se oyen voces que plantean algunas dudas acerca de la capacidad de movilización desde el terreno de lo online al campo de lo offline. Hargittai y Shaw (2013) cuestionan la capacidad real de la Internet para modificar arraigadas costumbres de participación política, aunque reconocen la capacidad de lo online para crear caminos hacia el compromiso. Cornelissen et al. (2013) son más contundentes e indican que algunas acciones de activismo en línea, tales como marcar un “me gusta”, no se pueden considerar como un acto real de participación y compromiso ciudadano, sino como una especie de “ciberactivismo” de ciudadanos poco interesados en hacer sacrificios reales (Gladwell, 2010).
Los jóvenes colombianos y su paso de la desafección a la acción colectiva
Ante la pérdida de legitimidad de los partidos e instituciones tradicionales y su incapacidad de interpretar estas nuevas agendas, demandas y reivindicaciones, los jóvenes colombianos han copado espacios de participación y representación a través de los movimientos sociales y sus distintas formas de acción colectiva. No se quedaron en el “ciberactivismo” criticado por Cornelissen y sus colegas; mejor aún, entendieron a las redes sociales como herramientas para divulgar sus ideas y pasaron a la acción en lo público:
[…] cada vez hay una brecha más grande entre la política tradicional, enfocada en instituciones, líderes políticos y procedimientos formales, y una política más enfocada en procesos sociopolíticos, espacios y compromisos variables, así como otras formas de organización y gestión de los conflictos al interior de la sociedad. (Cárdenas, 2017, p. 59)
Ese pasar a la acción de los jóvenes colombianos no fue un acto espontáneo o emocional; ha sido un proceso gradual en el que Archila (2012) identifica seis periodos: el origen durante los primeros años del siglo XX, pasa a la época de la revolución liberal entre 1930 y 1945, luego, un periodo de resistencia entre 1946 y 1957 derivado de la violencia partidista, una etapa de radicalización durante el Frente Nacional 1957-1974, después, el avance hacia la construcción del movimiento estudiantil como expresión política popular entre 1975 y 1991, cuya máxima expresión fue el movimiento de la “Séptima papeleta” que convocó a la Asamblea Nacional Constituyente, la cual legó para la posteridad la Constitución Política de 1991 y, por último, un periodo de crisis y recomposición que transcurre entre 1991 y 2011.
En 2011, el movimiento estudiantil vuelve a mostrar toda su fuerza y su capacidad de influencia política y social. La conformación de la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) renovó los repertorios de acción colectiva para cambios sociales significativos, lo que obligó al Gobierno de Juan Manuel Santos a retirar el proyecto de Reforma a la Educación Nacional:
[…] el movimiento estudiantil desarrolló grandes movilizaciones a nivel nacional en las que sobresalieron los repertorios pacíficos, lúdicos y creativos, como los “besatones” y “abrazatones”, que involucraron incluso a miembros de la fuerza pública. Todo ello le granjeó un gran respaldo social al movimiento, cuyos voceros además dieron la impresión de derrotar con argumentos a los representantes del gobierno en varios eventos públicos. (Cruz, 2014, p. 244).
Otro hito del compromiso político juvenil en los procesos de cambio social se escenificó después de conocerse los resultados del plebiscito de 2016, momento en el cual y, como se describió en este artículo, varios cientos de miles de jóvenes salieron a las calles de muchas ciudades del país para reclamar lo que ellos mismos denominaron “su derecho a vivir en paz”.
Durante los últimos años, a través de diferentes formas de movilización, los jóvenes regresaron al espacio público para pedir transformaciones políticas, económicas y sociales. En 2019, por ejemplo, protagonizaron el denominado #21N, un paro nacional cuyo detonante fue la muerte del joven Dylan Cruz como consecuencia de la acción disuasiva del Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD) de la Policía Nacional y cuyos efectos marcaron el inicio de un proceso –aún vigente– de expresión del descontento social (Aguilar-Forero, 2020; Borda, 2020; Pueblos, 2020; Saint-Upéry, 2020).
Esta fuerza se ha consolidado en el paro nacional de 2021, que inició el 28 de abril y se ha sostenido durante varias semanas, cuando los jóvenes se han organizado y han vuelto a las calles a manifestarse en contra de las reformas tributaria y de la salud, propuestas por el presidente Iván Duque Márquez (2018-2022), y han denunciado los abusos de la fuerza pública en la contención de las protestas.
Así, el involucramiento de los jóvenes colombianos en los asuntos públicos es creciente. Más allá de lo que se pueda investigar y analizar en torno a sus hábitos de participación en el marco de lo electoral, la juventud colombiana ha demostrado una fuerte capacidad de organización e incidencia sobre la agenda pública, saliendo en defensa de distintas iniciativas y posicionando temas que o eran vistos como objeto del ámbito de lo privado o recibían tratamiento de tabú por parte de la clase política colombiana. Esa es la motivación de la investigación que se presenta: explicar con un caso puntual el compromiso creciente de los jóvenes en los procesos de participación política en Colombia.
El qué, el cómo y el porqué de la investigación
El objetivo de la investigación es conocer las razones que motivaron la participación o la abstención de los jóvenes universitarios de Bogotá en el plebiscito del 2 de octubre de 2016 y la incidencia de variables relacionadas con el sexo, el tipo de universidad, la creencia en algún dios y la pertenencia a una religión. De igual manera, se determinó su nivel de conocimiento sobre el conflicto armado colombiano y si este los afectó directamente; por último, su nivel de conocimiento y respaldo al proceso de paz adelantado entre el Gobierno de Juan Manuel Santos Calderón y la guerrilla de las FARC.
El estudio realizado se enmarca en la categoría de investigación cuantitativa de carácter descriptivo, cuya finalidad es “especificar propiedades y características de conceptos, fenómenos, variables o hechos en un contexto determinado” (Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018, p. 108). Para cumplir con dicha finalidad, se diseñó, aplicó y sistematizó una encuesta de opinión, método definido por Font Fàbregas y Pasadas del Amo (2016) como una “[…] técnica que sirve para obtener información de manera sistemática acerca de una población determinada, a partir de las respuestas que proporciona una parte de los individuos que conforman dicha población” y que además “[…] permite inferir los resultados del conjunto a partir de los obtenidos en una muestra representativa de la población” (2016, pp. 14-15).
La población objeto de estudio compuesta por estudiantes matriculados en el año 2016 en las universidades públicas y privadas de Bogotá —así denominadas por el Ministerio de Educación Nacional—, según el reporte del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES) al 15 de mayo de 2017. De acuerdo con la caracterización y la delimitación planteadas, la población estudiada estuvo conformada por 285.500 estudiantes pertenecientes a 28 universidades con sede en Bogotá, cuatro de ellas estatales y 24 de carácter privado.
Se calculó una muestra con el 95 % de confiabilidad y un margen de error máximo del 3 %, lo que determinó un total de 1053 encuestas que se distribuyeron de manera proporcional en las universidades de acuerdo con el género de los alumnos, el carácter de la universidad y el número de jóvenes matriculados. El trabajo de campo se realizó a través de un cuestionario estructurado y aplicado por medio de entrevistas cara a cara en los planteles escogidos para la investigación, en las fechas comprendidas entre el 2 y el 13 de abril de 2018.
Emociones cruzadas
¿Fue la cita del 2 de octubre un encuentro de los colombianos con una “ilusión de alternativas” (Watzlawick, 2014) en la que el otro, de todas formas, perdería? ¿La convocatoria a la firma de un desencuentro anunciado? En tanto lo urgente consistía en presentar en sociedad la reestructuración de una nación, conscientes de que la paz no consiste en un estado de perfección social, sino un esfuerzo colectivo para “generar confianza” (Wasserman, 2018, p. 61) para “reparar el futuro” (García Jiménez, 2018).
Caracterización de la población objeto de estudio
Para el momento de la aplicación de la encuesta, quienes respondieron tenían en promedio 21 años; el 22 % cursaba estudios de educación superior en universidades públicas mientras que el 78 % lo hacía en universidades privadas; dicha población estudiantil estaba compuesta, según género, por un 52 % de hombres frente a un 48 % de mujeres.
Resultados y conclusiones
Cultura religiosa de los estudiantes universitarios de Bogotá
Uno de los objetivos de la investigación fue determinar si la religión influyó o no en el voto de los jóvenes universitarios de Bogotá del plebiscito del 2 de octubre de 2016. Se consultó si los estudiantes creían en algún dios y, en caso de que fuera así, se indagó acerca de su filiación religiosa. Los estudiantes universitarios de Bogotá se declaran creyentes (79 %, N = 829) y profesan su religiosidad mayoritariamente (66 % de los creyentes, N = 543) a través de instituciones religiosas tales como el catolicismo (83 %, N = 449) y el cristianismo (16 %, N =89), respectivamente (tablas 1, 2 y 3).
Conocimiento del conflicto armado colombiano, del proceso de paz y participación/abstención en el plebiscito
Luego se indagó sobre el nivel de conocimiento de los universitarios bogotanos acerca del conflicto armado, el nivel de conocimiento y respaldo al proceso de paz entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos Calderón y la guerrilla de las FARC y, por último, su participación o abstención en el plebiscito del 2 de octubre.
Conocimiento de la existencia de un conflicto armado en Colombia
Aparte de conocer la existencia del conflicto armado colombiano (97 %, N =1022), los estudiantes universitarios de Bogotá reconocieron cierta lejanía con las consecuencias de dicho conflicto y, solo el 13 % de ellos (N = 136) informó haber sido víctima (él o sus familiares más cercanos) de las acciones de los grupos guerrilleros e indicó que los actos violentos que más los afectaron fueron las amenazas (14 %), la extorsión (13 %), los asesinatos de familiares (9 %) y los secuestros (9 %), principalmente (tablas 4, 5 y 6).
Conocimiento y nivel de aprobación/desaprobación al proceso de paz
Cada tema indagado en la tabla 10 tiene como base 873 estudiantes universitarios que manifestaron conocer la agenda de negociación entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC. Allí se encontró que los universitarios bogotanos alcanzaron un alto nivel de conocimiento sobre el proceso de negociación (98 %, N = 1034); de igual manera este grupo poblacional respaldó dicha negociación (con una aprobación del 6,58 en una escala de 1 a 10); manifestó también tener conocimiento de la agenda de negociación (84 %, N = 873); y cuando se les consultó de manera específica por los temas allí tratados demostraron aceptables niveles de conocimiento en los puntos participación política (68 %, N = 602)), reforma rural integral (65 %, N = 571)), cese bilateral al fuego y dejación de armas (64 %, N = 565), reparación a las víctimas del conflicto (56 %, N = 495); y un bajo nivel de conocimiento de los puntos verificación e implementación de los acuerdos (28 %, N=247) y solución al problema de las drogas ilícitas (30 %, N = 266) (tablas 7, 8, 9 y 10).
El siguiente aparte merece especial consideración dentro de la investigación porque con su formulación se pretendía detallar el nivel de aprobación o desaprobación de los estudiantes universitarios de Bogotá a los puntos neurálgicos del proceso de paz. Se hicieron cuatro afirmaciones relacionadas con la negociación para medir su aceptación o no por parte de la población objeto de estudio. Como se observa en la tabla 11, hay un amplio acuerdo en lo concerniente a permitir la reincorporación de los integrantes de las FARC a la vida civil (91 % a favor, N = 957); consenso en lo que respecta a la participación en política (59 %, N = 622) y al perdón (55 %, N = 584), pero un gran desacuerdo en lo relacionado con las penas alternativas (66 %, N = 705).
Los investigadores realizaron un análisis descriptivo de las asociaciones entre variables utilizando tablas cruzadas. En la variable género, por ejemplo, se encontró una asociación estadística significativa en relación con la aprobación o desaprobación de las penas alternativas. En efecto, las mujeres manifiestan un más alto desacuerdo con la aplicación de penas alternativas a los desmovilizados de las FARC (72,8 %, N = 366 vs. 27 %, N = 136), mientras que los hombres registran porcentajes menores de desacuerdo (61,6 %, N = 339 vs. 3,.8 %, N = 208) [x2 = 15,036; df = 2; p < 0,05] (tabla 12). Los hombres manifiestan un más alto porcentaje de aprobación a lo acordado respecto de la participación en política de las FARC (63,5 %, N = 349) frente a los que manifiestan su desacuerdo (35,6 %, N = 196). Por su parte las mujeres, aunque aprueban este punto del acuerdo (54,3 %, N = 273), en un porcentaje más alto que los hombres manifiestan su desacuerdo (45,1 %, N = 227); para una validez estadística expresada [x2 = 9,98; df = 2; p < 0,05] (tabla 13).
Cuando los resultados de esta pregunta del cuestionario se cruzan con la variable tipo de universidad se encuentran amplias diferencias respecto de los acuerdos sobre perdón, penas alternativas, participación en política y reincorporación a la vida civil. Quienes pertenecen a una universidad pública (65,4 %, N = 153) tienen una mayor tendencia a perdonar frente a quienes, siendo de ese mismo tipo de universidad, manifestaron no al perdón (34,2 %, N = 80). Los estudiantes de universidades privadas también están de acuerdo con perdonar (52,6 %, N = 431), pero un significativo porcentaje manifestó su desacuerdo con el perdón (46,8 %, N = 383). La validez estadística de este cruce de variables se expresa [x2= 11,996; df = 2; p < 0,05] (tabla 14).
Los estudiantes de universidades privadas de Bogotá expresaron su desaprobación al punto del Acuerdo Definitivo que concede penas alternativas a los guerrilleros desmovilizados (71,1 %, N = 582), frente a un 28,4 % (N = 233) que respalda este acuerdo. En las universidades públicas la desaprobación a las penas alternativas es del 52,6 % (N = 123) y la aprobación del 47,4 % (N = 111). Este cruce tiene amplia validez estadística [x2 = 30,528; df = 2; p < 0,001] (tabla 15). En relación con el punto del Acuerdo Definitivo sobre participación política por parte de los desmovilizados, los estudiantes de universidades públicas de Bogotá manifestaron su aprobación (78,6 %, N = 184), mientras que lo desaprobó el 21,4 % (N = 50). Un porcentaje menor de aprobación (53,5%) se registró en los estudiantes de universidades privadas (N = 438) y de desaprobación 45,5 % (N = 373). Este análisis cruzado tiene amplia validez estadística [x2 = 48,259; df = 2; p < 0,001] (tabla 16).
Los universitarios de Bogotá manifestaron su respaldo al punto de la reincorporación a la vida civil. Los estudiantes de universidades públicas estuvieron de acuerdo (96,6 %, N = 226) y en desacuerdo (3,4 %, N = 8); y los estudiantes de universidades privadas de acuerdo (89,3 %, N = 731) y en desacuerdo (10,1 %, N = 83); cruce con validez estadística [x2 = 12,001; df = 2; p < 0,05] (tabla 17).
Participación/abstención de los estudiantes universitarios de Bogotá en el plebiscito
Los universitarios de Bogotá manifestaron conocer (97 %, N = 1023) la realización del plebiscito del 2 de octubre. De igual manera y contrario a lo ocurrido con la mayoría de sus compatriotas, los estudiantes acudieron a las urnas y participaron en la consulta. El 75,9 % (N = 776) participó, cifra muy superior al porcentaje de participación de los colombianos en el mismo proceso democrático que solo alcanzó el 37,43 % (Registraduría Nacional del Estado Civil, 2016). La abstención de los universitarios de Bogotá llegó al 23,1 % (N = 236), mientras que los colombianos en general registraron índices de abstención superiores al 62 % (figura 1 y tabla 18).
Al indagar las razones por las cuales los jóvenes participaron, el 8,3 % (N = 87) de los entrevistados manifestó su decisión por razones tales como Desacuerdo con lo firmado; el porcentaje restante (91,7 %, N = 689) se apoyó en razones como Lograr la paz (13,1 %, N = 138), Finalizar el conflicto (12,6 %, N = 133), Necesidad de un cambio (11,7 %, N = 123), entre otras.
Quienes se abstuvieron de votar en el plebiscito, pese a estar al tanto de su realización (23 %, N = 236), adujeron distintas razones entre las que se destacan (que) No tenía inscrita la cédula o se me había perdido (25 %, N = 58) o Estaba en otro lugar (19 %, N = 44); algunos estudiantes que conocían la realización del plebiscito y no votaron plantean apatía política o desinterés (32 %, N = 75).
Los estudiantes de universidades públicas tuvieron una alta participación en el plebiscito del 2 de octubre (86 %, N = 197) frente a un porcentaje menor de abstención (12,7 %, N = 29). Los estudiantes de universidades privadas de Bogotá también tuvieron una amplia participación en el plebiscito (72,9 %, N = 579), frente a una abstención del 26,1 % (N = 207). Este cruce de variables tiene una amplia validez estadística [x2 = 18,023; df = 2; p < 0,001] (tabla 19). Los estudiantes universitarios de Bogotá no solo duplicaron la participación en el plebiscito frente al resto de los electores, sino que votaron mayoritariamente en favor del Sí, una diferencia de más de 20 puntos con respecto al resto de los colombianos (tabla 20 y figura 2).
Se hizo un análisis descriptivo de las asociaciones por medio de tablas cruzadas entre variables tales como género, tipo de universidad, creencia, religión y victimización. Según el género de los estudiantes universitarios de Bogotá, el 71,8 % (N = 260) de las mujeres que votaron lo hicieron por el Sí, mientras que el 23,8 % (N = 86) de ellas se inclinó en favor del No; los hombres presentaron comportamientos similares a los del voto femenino, el 70,5 % (N = 292) votó por el Sí y el 24,4 % (N = 101) por el No (tabla 21).
Por su parte, los estudiantes de universidades públicas que votaron respaldaron con mayor decisión la opción del Sí al plebiscito (83,2 %, N = 164) frente a un porcentaje menor que votó por el No (10,7 %, N = 21); los electores de universidades privadas se inclinaron con menos decisión por el Sí (67 %, N = 388) y por el No lo hizo el 28,7 % (N = 166). Este cruce de variables muestra amplia validez estadística [x2 = 26,202; df = 2; p < 0,001] (tabla 22).
El 81,1 % de los que manifestaron no creer en un dios (N = 129) votó Sí al plebiscito, mientras que el 13,2 % (N = 21) votó No; el 68,7 % (N = 414) de los universitarios que afirmaron creer en un dios votaron por el Sí y el 27 % (N = 163) votó por el No [x2 = 16,056; df = 4; p < 0,05] (tabla 23). El 64,8 % de los católicos (N = 208) votó por el Sí, mientras que el 30,8 % (N = 99) votó por el No al plebiscito; y el 50,8 % de los universitarios creyentes cristianos (N = 33) votó por el Sí, mientras que el 4,.6 % (N = 29) votó por el No. Los creyentes con filiación a otras religiones votaron Sí al acuerdo de paz (80 %, N = 4) y el 20 % (N = 1) votó No a los acuerdos. Los creyentes que manifestaron no pertenecer a alguna religión específica expresaron mayoritariamente su voto en favor del Sí (79,7 %, N = 306) frente a un 15,1 % (N = 58) que votó por el No. Cruces de variables con amplia validez estadística dada por [x2 = 40,416; df = 4; p < 0,001] (tabla 24).
El 59,4 % de los estudiantes universitarios bogotanos que manifestaron ser víctimas directas del conflicto armado (N = 63) votó por el Sí, mientras que el 36,8 % (N = 39) votó por el No. De otro lado, el 73,5 % (N = 480) de quienes dijeron no ser víctimas directas del conflicto armado votó por el Sí y el 21,7 % (N = 142) votó por el No [x2 = 17,639; df = 4; p < 0,05] (tabla 25).
Por último, se indagó respecto de la firmeza del voto universitario. Se preguntó a los estudiantes si se arrepentían o no de haber o de no haber votado. Los estudiantes universitarios de Bogotá no se arrepintieron de su voto por el plebiscito, el 95 % (N = 735) de ellos se mantuvo firme en su participación; mientras que el 45 % (N = 106) de los que no votaron se arrepienten de no haber participado (tablas 26 y 27).
La fuerza del ejemplo como motivo para la reflexión
Los resultados de la encuesta que se muestran a través de asociaciones entre algunas variables del estudio no tienen pretensiones predictivas o de causalidad, son una aproximación a un fenómeno que llamó la atención del grupo de investigadores y que quiere aportar a la discusión académica nacional e internacional.
La inconformidad de los jóvenes colombianos con los resultados del plebiscito
La movilización de los jóvenes universitarios en las principales ciudades del país descrita en la parte introductoria de esta investigación dista de ser equiparable a un efecto viral masivo vacuo; muy por el contrario, los veinte días de protestas, marchas y plantones en varias plazas públicas pueden interpretarse como la más baja calificación que los estudiantes otorgaron a los directores de las campañas por el Sí y por el No, cuyas argucias políticas consistieron en acudir a las emociones básicas de los ciudadanos para alienar en lugar de edificar. “Las emociones lo invaden todo y se convierten en un problema que cierra el paso al trabajo constructivo, a la esperanza, a la posibilidad de que nos escuchemos los unos a los otros, y a la cooperación” (Nussbaum, 2019, p. 26). El propio presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, reconoció este grave error de su campaña cuando trató de hacer que los colombianos sintieran miedo: “Tenemos información amplísima de que ellos están preparados para volver a la guerra, y a la guerra urbana, que es más demoledora que la guerra rural” (Santos, 2019, p. 535). Error que solo contribuyó a que el anhelado camino a la paz se diluyera en la polarización.
Y el miedo fue igualmente atizado por los contradictores del proceso que insistieron en el “castrochavismo”, repitieron (mil veces) “paz sin impunidad” y generaron confusión con el concepto “ideología de género”: “Unos estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación” (Ramírez Prado, 2016).
Los resultados del plebiscito estaban en contravía de sus ilusiones y así lo entendieron los estudiantes universitarios de Bogotá: participaron (75,9 %), la mayoría votó por el Sí (71,1 %), y cuando la retórica de la polarización reapareció expusieron en la plaza pública su reclamo ¡Acuerdo ya! Las cacareadas apatía o pasividad política de los jóvenes quedaron en entredicho, por lo menos en esta ocasión.
Respaldo al proceso de paz
Uno de los principales hallazgos de la investigación es el respaldo ofrecido por los estudiantes universitarios de Bogotá a la negociación y al acuerdo de paz firmado entre la antigua guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano. Ese respaldo estuvo soportado en un amplio conocimiento, no solo del conflicto, sino también de la agenda de los negociadores en La Habana. El 98,2 % de la población objeto de estudio dijo saber sobre la realización del proceso de paz y lo aprobó con una media de 6,58 %.
La investigación comprobó que dicho respaldo no era producto de una opinión sin fundamento; se consultó con preguntas abiertas sobre la agenda de negociación en La Habana y se obtuvieron resultados que indican un buen nivel de conocimiento por parte de los universitarios capitalinos. El 84 % manifestó conocer cuáles fueron los temas y, con las preguntas abiertas, se hizo evidente un buen nivel de conocimiento de los puntos participación política (68 %), reforma rural integral (65 %), cese bilateral al fuego y dejación de armas (64 %); un aceptable índice de conocimiento del tema víctimas del conflicto armado (56 %) y bajos niveles de conocimiento de los temas verificación e implementación de los acuerdos (28 %) y solución al problema de las drogas ilícitas (30 %).
Respaldo sí, tragar entero no
La postura descrita también implicó observaciones a lo pactado, especialmente en lo referido a la alternatividad penal y a la participación en política de los exguerrilleros. Estos son, sin duda, los temas estructurales de cualquier negociación de paz y se enfocan principalmente en la “dimensión jurídica” que comprende aspectos tales como la justicia transicional, las responsabilidades y sanciones penales de los combatientes, el marco legal de los acuerdos, la participación en política y la reparación a las víctimas del conflicto (Alba et al., 2015, p. 18). Las sanciones alternativas permiten la desmovilización de los grupos alzados en armas y la posterior transformación de los desmovilizados en un actor político, objetivo último de cualquier negociación de paz (Uprimny, 2018, p. 84). Por tal razón, la posición que sobre este particular adopte la opinión pública determinará el éxito o fracaso de una consulta popular y, sobre todo, será eje que defina el futuro mismo de la negociación de paz.
Por ejemplo, una investigación previa sobre la posición adoptada por los bogotanos en diferentes momentos del proceso de negociación respecto de estos cuatro temas (perdón, alternatividad penal, participación en política y reincorporación) aportó elementos reveladores relacionados con el futuro de la negociación y el clima de opinión que se avecinaba y que sería decisivo en los resultados del plebiscito (Gómez y Cárdenas, 2017, p. 169). Allí se evidenció, en diferentes momentos del proceso de negociación de paz como una constante, la reticencia de los ciudadanos residentes en Bogotá a perdonar los actos de los guerrilleros (en abril de 2013, el 42 % de los bogotanos manifestó estar dispuesto a perdonar, en octubre de ese mismo año el indicador subió un punto, en marzo de 2014 el porcentaje bajó al 28 %, en octubre de ese mismo año subió al 35 %, bajó al 21 % en marzo de 2016 y se sitúo en el 24 % en agosto de 2016), y a permitir la participación en política de los desmovilizados de las FARC (27 % de aprobación en abril de 2013, 26 % en octubre de ese mismo año, 23 % en marzo de 2014, 20 % en octubre del mismo período, 13 % en marzo de 2016 y 24 % en agosto de 2016) (figura 3).
Aunque en circunstancias distintas por razones de contexto —habían pasado cerca de dos años después de la realización del plebiscito y se conocían las consecuencias de la derrota del Sí—los estudiantes universitarios asumieron posiciones diferentes a las adoptadas por los bogotanos en todos los temas; basta con observar y comparar la medición de agosto de 2016 (bogotanos en general) con la medición de abril de 2018 (estudiantes universitarios bogotanos). Los estudiantes fueron más proclives al perdón (55 % frente al 24 %), a la participación en política (59 % frente al 24 %) y a la reinserción (91 % frente 20 %); en tanto que plantearon su desacuerdo con la alternatividad penal (33 % frente al 60 %).
Se pudo observar también que las mujeres tienen una posición más intransigente que los hombres en lo relacionado con la alternatividad penal: solo el 27 % de ellas está de acuerdo con flexibilizar las penas para los guerrilleros desmovilizados, frente a un 37,8 % de los hombres que aprueban dicho pacto. La idea de permitir la participación en política de los exguerrilleros tuvo un eco más amplio entre los hombres (el 63,5 % la respaldan) que entre las mujeres (54,3 % de aprobación), cifra menor en casi diez puntos.
Cuando se analiza el tipo de universidad a la que pertenece el entrevistado, las diferencias entre el respaldo y el desacuerdo se amplían aún más. La afirmación “Para que haya paz, Colombia debe perdonar los delitos cometidos por los guerrilleros de las FARC” fue respaldada por el 65,4 % de los estudiantes de universidades públicas, mientras que solo obtuvo el respaldo del 52,6 % de los estudiantes de universidades privadas. Porcentajes similares se registran en lo atinente a la participación política: el 78,6 % de los estudiantes de universidades públicas lo respaldan y solo lo aprueba el 53,5 % de universidades privadas. El análisis cruzado de los resultados de la consulta sobre penas alternativas según el tipo de universidad nos indica que la desaprobación de esta idea es mucho más alta en las universidades privadas (71,1 %) que el desacuerdo en las universidades públicas (52,6 %).
Todo lo anterior pareciera indicar que las mujeres universitarias bogotanas “no se tragaron todos los sapos”, petición reiterada que hicieran el Gobierno y su equipo de negociación antes del plebiscito; ellas nunca aprobaron las penas alternativas ni se mostraron de acuerdo con que los jefes guerrilleros participaran en política. En contraposición, los estudiantes universitarios bogotanos pertenecientes a universidades públicas ofrecieron un más amplio respaldo a los acuerdos de paz, y solo condicionaron el asunto relacionado con las penas alternativas para los combatientes desmovilizados.
La fuerza política del ejemplo
Los estudiantes, no satisfechos con los resultados del plebiscito, es decir, con “lo que es”, salieron a la plaza pública para reclamar lo que, desde su perspectiva, “debería ser”, para así —y con su actuación consecuente— buscar la fuerza del ejemplo: “aquello que es como debería ser” (Ferrara, 2008, p. 20). Al duplicar la participación en el plebiscito (76 % a 37 %) frente a sus conciudadanos mayores, los jóvenes insistieron en que lo ocurrido no es lo que debería ser y, con ímpetu reflexivo, clamaron por el ¡Acuerdo ya! Las cifras obtenidas en la investigación lo corroboran: el 71 % de los electores universitarios votó por el Sí frente a un 24 % que prefirió el No.
Los estudiantes matriculados en las universidades públicas bogotanas respaldaron el Sí con mayor certeza: 83,2 % frente a un 67 % de estudiantes de universidades privadas. De otro lado los que afirmaron no creer en un dios se inclinaron mayoritariamente por el Sí (81,1 %), tal y como lo hizo el 68,7 % de los creyentes. De estos últimos, el 64,8 % de quienes dicen ser católicos votó por el Sí, mientras que apenas el 50,8 % de quienes afirman ser cristianos tomó idéntica decisión; y los creyentes que no pertenecen a ninguna religión tuvieron mayor determinación al votar por el Sí (el 79,7 %). Si bien, a nivel general, los universitarios votaron por el Sí, esta población no fue inmune a los efectos de la estrategia de algunos sectores religiosos que pidieron a sus feligreses votar por el No, según lo denunció el mismo presidente Santos:
Circulaban memes y afiches que decían: “No al aborto. No a quienes atacan la familia. No al enfoque de género. Por eso digo No a los acuerdos de La Habana”. Y lo peor es que muchos lo creyeron, comenzando por los pastores de las iglesias cristianas protestantes y muchos -muchísimos- sacerdotes católicos que pidieron a sus feligreses votar No […]. (Santos, 2019, p. 533)
Al amparo de los resultados obtenidos, pareciera evidente que quienes manifestaron mayor apego a doctrinas religiosas ofrecieron menor respaldo a los acuerdos de paz firmados por el Gobierno Santos y la guerrilla de las FARC o, dicho de otra manera, a mayor secularidad, mayor apertura a los retos derivados del proceso de paz.
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Notas
*
Artículo de investigación El artículo recoge los resultados de una investigación financiada por la Universidad de La Sabana y realizada por el Observatorio de Medios de la Facultad de Comunicación en las universidades de la ciudad de Bogotá.
1
A la pregunta ¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera? el 50,21 % (6.431.376) de los electores respondió que No, mientras que el 49,78 % (6.377.482) votó por el Sí (Registraduría Nacional del Estado Civil, 2016). Con una diferencia de 53.894 votos que representan un 0,43 %.
2
En una encuesta realizada por la firma Ipsos Napoleón Franco y contratada por la alianza de medios conformada por RCN Radio, RCN Televisión, La FM y Semana, publicada el 27 de septiembre de 2016, a una semana del plebiscito, el Sí obtenía el 66 % de la intención del voto ciudadano vs. un 34 % del No (“El Sí pierde fuerza, pero le sigue ganando al No”, 2016).
Notas de autor
a Autor de correspondencia. Correo electrónico: juan.gomez@unsabana.edu.co
Información adicional
Cómo citar este artículo: Gómez Giraldo, J. C., Cárdenas Ruiz, J. D., Gaitán Torres, M. F., Gamboa Martínez, J. M., y Solano Alarcón, Y. (2021). Voto de los jóvenes universitarios bogotanos: la fuerza del ejemplo en pos de la transformación de los resultados del plebiscito del 2 de octubre de 2016 en Colombia. Signo y Pensamiento, 40(78). https://doi.org/10.11144/Javeriana.syp40-78.vjub