Declaración sobre la pandemia del COVID-19 y el agro colombiano
El país se halla en una crisis súbita sin precedentes, cuyo alcance global reconfigurará, sin lugar a duda y de manera significativa, el mundo tal y como lo conocemos hoy, lo cual podría representar para cada país una oportunidad para reinventarse. Colombia es un país de profundas rupturas en varios órdenes, de contrastes, y de enormes inequidades y tensiones, muchas de las cuales se expresan en la ruralidad. La deforestación y fragmentación de los bosques debido al aprovechamiento selectivo de especies maderables y la contaminación de ríos y fuentes de agua por minería y químicos derivados de la actividad agropecuaria, han perturbado los hábitats de muchas especies y roto el equilibrio ecológico, causando extinción de especies aun no descritas, y contribuyendo al aumento de gases de efecto invernadero y al cambio global. El impacto es de tal magnitud que esta destrucción y ruptura del equilibrio son consideradas causas concomitantes con la actual pandemia.
"Como Facultad que se ocupa, de los asuntos del Agro, asumimos los nuevos retos que plantea esta crisis para contribuir desde la investigación, la docencia y la extensión a la restauración de los ecosistemas, así como a la reconstrucción y reactivación de sistemas agroalimentarios diversos y resilientes que garanticen el acceso a alimentos suficientes y saludables"
Esta emergencia ha dejado ver la interconexión de la economía y la ecología, develando, particularmente, la fragilidad de los sistemas agroalimentarios, pues su modelo de producción y consumo ha sobrepasado los límites ecológicos, generado un evidente deterioro de los recursos esenciales para la vida, como son el agua, el suelo, el aire, la agrobiodiversidad y los bosques. Adicionalmente Colombia se ha convertido en importador de alimentos básicos, destinando buena parte de sus tierras rurales a la producción de materias primas agroindustriales, con una disminución notable de las áreas de producción de alimentos de consumo directo. La globalización ha llevado a que los alimentos recorran grandes distancias, lo que hoy se dificulta por la crisis sanitaria, generando escasez y alto costo de los alimentos, con graves consecuencias para las vidas cotidianas de la mayoría de la población.
La pandemia COVID-19 confronta con nuestros estilos de vida; devela que la injusticia, la desigualdad y la extralimitación ecológica son cuestiones íntimamente relacionadas. Pero también nos brinda una gran oportunidad de repensarnos colectivamente, hacer los ajustes necesarios con el compromiso ético de inclusión, equidad y sostenibilidad. Por ello, como universidad pública y en particular como Facultad que se ocupa de los asuntos del Agro, asumimos los nuevos retos que plantea esta crisis para contribuir desde la investigación, la docencia y la extensión a la restauración de los ecosistemas, así como a la reconstrucción y reactivación de sistemas agroalimentarios diversos y resilientes que garanticen el acceso a alimentos suficientes y saludables, con posibilidades de un futuro para todos los seres vivos que generen beneficios sociales y ecológicos para las generaciones actuales y futuras.
En un nuevo entorno productivo se precisa diversificar para mejorar o encontrar modelos agrarios- agroindustriales que sean eficientes en el uso de la energía y de los recursos disponibles, económicamente viables, socialmente aceptados y técnicamente apropiados, que no degraden el medio ambiente. Se demanda, entonces, contribuir a la formulación de un modelo de desarrollo productivo en el marco de la competitividad y de la sostenibilidad. Lo anterior como evidencia de que la problemática de la producción ha evolucionado desde una dimensión, exclusivamente técnico-económica, a una dimensión social, cultural y ambiental.
Por todo lo anterior, el espacio rural debe ser dimensionado de manera que desborde el tradicional enfoque productivista de lo agroalimentario y forestal, y lo incluya como el espacio para recrear servicios ambientales, conservación y ordenamiento; y lo más importante, para hacer posible la justicia, el bienestar y legitimar la institucionalidad y la autoridad. La ruralidad, la agricultura y los espacios naturales son de interés para la sociedad en su conjunto y no sólo para la población que vive allí. La actual crisis obliga a recordar que el objetivo central de la educación es la formación de ciudadanos competentes en su trabajo y solidarios con sus congéneres. A esa tarea y desafío se compromete la Facultad de Ciencias Agrarias.