ACTA 2 2004 Acta Bioethica 2004; año X, NO 2 131 GENOMA Y BIOÉTICA: UNA VISIÓN HOLÍSTICA DE CÓMO VAMOS HACIA EL MUNDO FELIZ QUE NOS PROMETEN LAS BIOCIENCIAS Jean-Luc M.J. Antoine* Resumen: La idea de la ciudad utópica es casi tan antigua como el pensamiento humano. Ella consiste en una sociedad teóricamente perfecta y transparente donde todo está perfectamente controlado y, en consecuencia, los ciudadanos podrían alcanzar la felicidad. En este artículo pretendemos reflexionar, mediante una perspectiva holística –y con ejemplos prácticos como la clonación, células troncales y eugenismo–, acerca de la sociedad genética actualmente en ciernes, la que, a pesar de presentarse como una potente herramienta para alcanzar una ciudad utópica, sería hoy imposible por los numerosos riesgos y peligros existentes. Por tanto, creemos importante un análisis sobre la bioética y el progreso, antes de seguir adelante. Palabras clave: Genética, bioética, clonación, eugenesia, células troncales GENOME AND BIOETHICS: AN HOLLISTIC VISION OF THE WAY WE MARCH TOWARDS THE HAPPY WORLD BIOSCIENCES PROMISE Abstract: The idea of an utopian city is almost as old as human thinking. It consists in a society theoretically perfect and transparent where everything is under control, so that citizens could achieve happiness. In this article, using a historical perspective, we pretend to reflect, with practical examples such as cloning, stem cells and eugenics, on a genetic society which is blossoming and in spite of presenting itself as a strong tool to achieve the utopian city, this would not be possible due to the warning for many risks and dangers. Therefore we believe it is important to carry out an analysis on bioethics and progress, before moving on. Key Words: Genetics, bioethics, cloning, eugenics, stem cells GENOMA E BIOÉTICA: UMA VISÃO HOLÍSTICA PARA O MUNDO FELIZ QUE NOS PROMETE AS BIOCIÊNCIAS Resumo: A idéia da cidade utópica é quase tão antiga como o pensamento humano. Consiste numa sociedade teoricamente perfeita e transparente onde tudo está perfeitamente controlado, onde consequentemente os cidadãos poderiam alcançar a felicidade. Neste artigo pretendemos refletir, mediante uma perspectiva holística –e com exemplos práticos como a clonagem, células tronco e eugenismo–, acerca da sociedade genética atualmente em cernes, a que, apesar de apresentar- se como uma potente ferramenta para alcançar uma cidade utópica, hoje seria impossível pelos numerosos riscos e perigos existentes. Portanto, cremos que é importante e necessário fazer uma análise sobre a bioética e o progresso, antes de seguir enfrente. Palavras-chave: Genética, bioética, clonagem, eugenesia, células tronco * Doctor en Genética Humana Correspondencia: jeanluc368@yahoo.fr ORIGINALES Genoma y Bioética - J. L. Antoine 132 “Pensad por cuenta propia y dejad que los demás disfruten del derecho a hacer lo mismo.” Francois Marie Arouet Voltaire Introducción: la ciudad utópica La genómica y la proteómica son neologis- mos de reciente creación que aumentan la lista de las nuevas siglas y técnicas bárbaras que son puestas a disposición de todos, y que han en- trado con fuerza en nuestras mentalidades, cul- turas, discursos y vocabularios. Es hoy común afirmar que las últimas aplicaciones de la ge- nética van a afectar la intimidad de nuestras vidas y que constituirán los fundamentos de una nueva sociedad: el último avatar del mito secu- lar de la ciudad utópica. Sin embargo, estos nuevos logos y las miríadas de siglas, tales como FIV, MBE o PCR, son también símbolos de un cisma cre- ciente en el seno de la nueva sociedad, la cual tiende a dividirse entre “los que saben” y “los que no saben”, entre los “nuevos cultos” y los “nuevos ignorantes”. El distanciamiento social así creado en la aldea global(1) está por gene- rar nuevas castas de individuos (los gobernan- tes y los gobernados, los poseedores y los des- provistos, los privilegiados y los ignorados) dentro de un sistema que va mucho más allá del simple uso de nuevas técnicas y tecnolo- gías y que está bajo el gran control de los mer- cados y de sus iniciados. La nueva Babel tiene el gran riesgo intrínseco de distanciar más aún a los ciudadanos, en lugar de englobarlos en una supersociedad basada en la idea de una nueva democracia fundada sobre la ecuanimi- dad, la igualdad de oportunidades, los derechos a la dignidad y a la felicidad. La gran profu- sión de conocimientos y descubrimientos, así como de las tecnologías que derivan de ellos, todos encauzados por el “gran capital global” y por los políticos fieles o resignados al mando vertical de este último, están generando nue- vas capas sociales transversales a nivel plane- tario, las cuales vienen a adicionarse a las ver- ticales ya existentes en cada país, cada región, cada cultura, cada religión. La utopía de To- más Moro está tomando cuerpo en un mundo global que tiende a perder sus ideales demo- cráticos y, sobre todo, sus ideales de felicidad. La utopía es una técnica de gestión social de los hombres, ubicada bajo el signo de la ra- zón. La ciudad utópica, que debería ser total- mente transparente, está dando lugar, más bien, a una aterradora transparencia del individuo. En efecto, la medicina predictiva, por ejemplo, bajo la presión de las aseguradoras o de los empleadores, podría permitir que información sobre nuestra salud y nuestro posible destino médico esté a disposición de terceros. Ligado de cerca a lo anterior, se encuentra el valor moral que tiene y tendrá la ideación y la concreción de la nueva ciudad global: ¿bajo qué términos éticos estamos construyendo el futuro de nuestras proles? “La felicidad para todos” es el lema que aparece en todas las dis- cusiones sobre el tema, pero tenemos muchos ejemplos históricos de nuevas tecnologías que sirvieron más a la destrucción que a la felici- dad. Es más: ¿quién determina las bases éticas, legales y políticas del uso de tales o cuales tec- nologías? Son aquellos que pertenecen a esa casta de “los que saben” y que dentro de sus centros, escuelas, universidades, capillas y tem- plos determinan lo “bueno” y lo “malo” basa- dos en ideas varias y, a veces, muy discutibles acerca de la felicidad para todos. La utopía clásica nace en el siglo XVI con las convulsiones intelectuales ocasionadas en Occidente por el descubrimiento de América y el consiguiente choque cultural que éste oca- sionó. La utopía emerge en el oscurantismo de la Edad Media, y no es casual el sorprendente paralelismo que se bosqueja entre ese sombrío Acta Bioethica 2004; año X, NO 2 133 pasado y la ciudad utópica que se está levan- tando sobre la base de un diseño vertical de mando, de castas intelectuales, culturales y socioeconómicas, alentada por la moral pensa- da desde arriba en aras de un mundo mejor, un mundo justo, un mundo feliz para todos. La genómica y sus productos benefactores en la ciudad utópica En este capítulo trataremos algunos ejem- plos de aplicaciones directas y controversiales acerca de los productos biomédicos de la genómica, después de recordar, brevemente, cuál es el concepto de genómica, con el propó- sito de poner sobre el tapete el debate y los interrogantes bioéticos que dichas aplicaciones implican. La genómica como ciencia El neologismo “genómica” se refiere a la ciencia del desciframiento del genoma, ya sea humano o de otras especies. El genoma huma- no es el conjunto de genes que determinan lo que somos biológicamente y –tal vez en parte– intelectualmente. Ese conjunto tiene una base química llamada ADN (ácido desoxirribonu- cleico) que se encuentra dentro del núcleo (karion) de cada una de las células que compo- nen tejidos, órganos y organismos, y que está compuesto de un alfabeto de cuatro bases ele- mentales ordenadas según esquemas muy com- plejos. Esas cuatro bases están organizadas en 23 pares de cromosomas independientes al in- terior del núcleo celular y componen el alfabe- to de unas frases equivalentes a 3.000 millones de letras, las cuales corresponden, luego de varias “traducciones” y “manipulaciones” bioquímicas, a algunas decenas de miles de genes (algunos pretenden que son algunos mi- les) que determinan los caracteres y sus siste- mas de funcionamiento y regulación (por ejem- plo, el color de los ojos, el metabolismo del azúcar, la estatura, entre otros). Un gen puede determinar un solo carácter o intervenir en va- rios de ellos, y un carácter puede derivar de la acción de un solo gen o de varios, la mayoría de ellos siendo multigénicos. Es más, un juego de genes o un gen aislado puede expresarse en un momento y en un lugar dado y no en otro, así como algunos se expresan en un tipo de cé- lulas y no en otro y viceversa; esto permite que exista la “diferenciación celular”, vale decir: esto hace la diferencia entre una célula del hí- gado y una célula de la piel, pese a que ambas contienen el mismo ADN en cantidad y en ca- lidad. Ahí radica la dificultad de dilucidar el funcionamiento de nuestro genoma. Entre todos los individuos que pueblan la tierra, se considera que existe una similitud exacta de 99,9% de todos los genes del genoma, el 0,1% restante hace que seamos distintos uno del otro. Tenemos apenas el doble de genes que una mosca del vinagre (drosofila melanogaster) y existen animales que tienen mucho más que los humanos; la diferencia evolutiva reside en cómo se relacionan y funcionan dichos genes. Un gen o un grupo de genes alterados pueden promover una enfermedad y, de hecho, la ma- yoría de las patologías tienen una base genéti- ca (por ejemplo, el cáncer, la esquizofrenia o la diabetes). Es preciso mencionar que, en este nivel, “genético” no significa “hereditario”, pues para que así sea debe existir una altera- ción génica en las células germinales (reproductivas). Tenemos la convicción de que muchos genes –si no todos– son “inductibles”, es decir, están presentes en el genoma, pero requieren de fuer- zas exteriores (tales como el medio ambiente, la educación, la psicología, la presión social, entre otras) para expresarse. Muchas enferme- dades se explican, desde ya, por la influencia del medio ambiente (mutaciones e induccio- nes), y se descubre cada día que varias conduc- Genoma y Bioética - J. L. Antoine 134 tas psicológicas –hasta sociales– encuentran su explicación en esta aseveración. Lo que hoy sabemos representa sólo pala- bras escritas en un millón de páginas, con rela- ciones horizontales e hipervínculos entre ellas, sin que sepamos lo que significan realmente. Hasta el momento se identificaron menos de 2.000 genes relacionados con 1.500 a 1.800 enfermedades humanas. Faltan por lo menos veinte años, según las predicciones, para cono- cer el funcionamiento de todos los genes, ya que se debe estudiar en profundidad sus pro- ductos primarios (las proteínas) a través de la nueva ciencia que se llama “proteómica”. Fi- nalmente, es preciso mencionar que, pese al desconocimiento del funcionamiento y de la regulación génica, existen muchos marcadores que admiten, desde ya, establecer probabilida- des acerca de la ocurrencia de enfermedades, hecho que permite tanto la prevención de su aparición, como el peligroso control preocupa- cional por parte de las empresas o de las asegu- radoras. Algunos ejemplos elegidos y controversiales de los productos biomédicos de la genómica La clonación humana, el uso de embriones y de células troncales El hombre occidental tiende a buscar la in- mortalidad. Pese a su inexorabilidad, él sigue bus- cando vías para vivir más y mejor, “rejuvenecer” y, sobre todo, no morir. Entre el “morir bien” o eutanasia –en cuyo debate no entraremos por ser irrelevante en este artículo– y el no morir, el occi- dental demuestra un temor a la muerte, a lo des- conocido, a la pérdida de sus bienes, cuerpo e iden- tidad, como ser humano y ser social. No ocurre así en las civilizaciones orientales cuyas filoso- fías de vida son muy distintas. La clonación (también llamada “transferen- cia nuclear” o reproducción exacta –teórica- mente– de un individuo a partir de la introduc- ción de un núcleo celular somático –piel, por ejemplo– en el óvulo enucleado de una mujer y, después, de dicho producto en el útero de la misma) permite llegar a la obtención de un ser idéntico al donante del núcleo. Teóricamente –de nuevo– el proceso se puede repetir de ma- nera indefinida y obtener, de ese modo, colo- nias de clones de la misma persona. En un ni- vel técnico, el cigoto clonal y las células des- cendientes de este último no pueden ser toda- vía las fotocopias exactas de la célula donante de núcleo, dada la influencia de otros factores, tales como el ADN mitocondrial del óvulo enucleado receptor que proviene de la mujer donante y otros agentes citoplásmicos y proteicos. Sin embargo, podemos considerar que los avances de la tecnociencia permitirán, con relativa rapidez, llegar a resolver ese tipo de problemas, lastimosamente a través de la misma clonación. Otro problema biológico re- side en que, para obtener un solo clon, debe sacrificarse una gran cantidad de fetos así pro- ducidos. Esto presenta un gran problema ético, puesto que se está jugando con la suerte de muchas vidas humanas en pos de obtener un “producto” particular. Además de los problemas y de los peligros técnicos aparecen muchos interrogantes éticos. Varios de ellos, que serán descritos en páginas ulteriores, toman en consideración problemas y litigios específicos de la bioética y de los sis- temas humanos. Sin embargo, no tenemos res- puestas aún acerca de la validez de la clona- ción de seres humanos. Sus panegiristas más entusiastas apuntan a la inmortalidad del hom- bre a partir de su exacta reproducción (raelistas); otros aseveran que no estamos frente a un problema ético sino médico, que permiti- rá a personas estériles tener sus propios hijos a través de la doble técnica clonación-fecunda- ción in vitro (Antinori y Zavos); R. Seed afir- ma que la clonación permitirá llegar a tener los Acta Bioethica 2004; año X, NO 2 135 conocimientos necesarios para frenar el enve- jecimiento y, tal vez, revertirlo, así como estu- diar la influencia del ADN mitocondrial en la senectud celular. Es cierto que existen opciones muy prome- tedoras en cuanto a salud y calidad de vida: un infarto cardíaco podría ser tratado y eliminado gracias a la clonación de las células del mismo corazón que reemplazarían a las lesionadas. En el mismo orden de ideas, la clonación de teji- dos y órganos permitiría tener bancos persona- lizados de material de reemplazo totalmente inmunocompatibles en caso de enfermedad o destrucción. De ahí a solucionar todos los pro- blemas de injertos de órganos y tejidos falta poco; pero ¿es preciso llegar a clonar un indi- viduo entero para guardarlo en un banco de material biológico en caso de que sea necesa- rio injertar al “original”? Sin contar con que el “original”, inmortal y “reparable” a voluntad, podría caer fácilmente en un sistema de vida totalmente descontrolado (fumar y beber sin límite, drogarse, contraer y difundir enferme- dades, por ejemplo) sin necesidad de creer en cualquier tipo de existencia moral. Por otro lado, podrían, también, para evitar esas conductas anárquicas, generarse terribles tiranías totalitaristas y represivas. Todo esto podría conducir a otro tipo de caos: es otra vi- sión posible de la ciudad utópica. Otros problemas éticos esenciales surgen a un nivel social y espiritual: ¿será el clon un ciu- dadano de idéntico “nivel” que el original, con los mismos derechos y deberes? ¿O un indivi- duo de segunda categoría, apto para enviar a explorar otros mundos, trabajar en condiciones peligrosas y servir a los “originales”? En ese caso, no sería tan “grave” su pérdida, pues se- ría “material desechable y directamente reem- plazable a bajo costo”. Ahí surge el tema de la fuerza que puede ejercer el sistema económico sobre las decisiones éticas y políticas, el cual será considerado más adelante. ¿Tendrán esos “seres” un alma? ¿Serán iguales ante Dios, ante los creyentes, ante la metafísica? Lo cierto es que si un día logran llegar a ser biológicamente idénticos, nunca lo serán como individuos pro- piamente dichos, pues existen muchas varia- bles ambientales, educacionales, psicológicas, sociales y espirituales que no pueden ajustarse. El problema espiritual nunca podrá ser resuel- to y esto representa una condicionante ética de gran peso. Otro asunto ligado muy de cerca a la clona- ción es el de las células troncales o células madre (stem cells). Se trata de células embrio- narias –en gran mayoría– de muy temprana edad (antes de la implantación intrauterina, a un nivel de desarrollo llamado “blastocisto”). Esas células son pluripotenciales, vale decir, son capaces, naturalmente, de transformarse y reemplazar a cualquier tipo de las 200 varieda- des de células del organismo humano. Su ori- gen es el embrión, “original” o clonado. Si bien es cierto que las esperanzas terapéuticas del uso de dichas células son enormes –reemplazo o corrección de órganos y tejidos, terapia celular en numerosas enfermedades (diabetes, Parkinson, lesiones medulares, entre otras)–, también despiertan problemas bioéticos impor- tantes. El principal consiste en saber si esta- mos usando simples células o bien si se trata de seres humanos vivos en potencia. Existe un debate casi imposible de resolver acerca de la existencia de una persona humana (real o potencial) a ese nivel de desarrollo em- brionario. La Iglesia Católica Romana, a tra- vés de su autoridad espiritual superior, ha de- cretado, basada en numerosas reflexiones y ase- sorías, que la vida existe en el momento de la fecundación. Otros dicen que sin el doble even- to fecundación-implantación no existe vida. El pensador utilitarista australiano Peter Singer, Genoma y Bioética - J. L. Antoine 136 en entrevista al diario “Las Últimas Noticias” –Santiago de Chile 1 de septiembre de 2004, página 4–, argumenta: “¿Cuándo comienza la vida? Es la pregunta equivocada […] no creo que haya ninguna significación moral en ello […] no debemos preguntarnos cuándo comien- za la vida, sino en qué minuto la vida adquiere un estatus que hace que el acabar con ella sea intrínsecamente algo malo”. También se debe considerar la noción de persona y de concien- cia: ¿cuándo existe la persona? ¿Existe en un “montículo” de células sin sistema nervioso, sin órganos, sin cerebro, o se considera solamente como persona “en devenir”? ¿Tiene alma el blastocisto? Las mismas preguntas se pueden plantear en relación con la conciencia, impera- tiva en la existencia de la persona como tal. Todas las grandes religiones promueven el res- peto a la vida, pero también apoyan el derecho humano a vivir sana y dignamente. ¿Debe la ética orientarse a salvaguardar el derecho a la felicidad y a la dignidad de la mayoría o de to- dos? O ¿debe la ética salvaguardar a cualquier precio la idea de vida, la esencia divina de la vida, aunque sea en potencia? Podríamos lle- gar a lo que muchos considerarían como ab- surdo: ¿hay vida humana, persona y alma en devenir en las células germinales? Aunque no hayan pasado por la fecundación y cuenten con la mitad del lote cromosómico, también son vidas potenciales. ¿Qué pasa, entonces, con la natural destrucción de la gran mayoría de ellas? ¿Qué pasa con el tema de la polución nocturna y del onanismo masculino, con el de las rela- ciones sexuales sin afán reproductivo o, sim- plemente, que no llegan a la fertilización? El eugenismo y el diseño del “homo geneticus” Eugenismo (del griego eu, bien, y gennân, nacimiento) significa literalmente “bien nacer”. El eugenismo es una técnica que busca mejo- rar a la sociedad humana según los conocimien- tos en la materia. Hoy dicha técnica se basa en la genética. Existen dos tipos de eugenismos. El “eugenismo pasivo” trata, esencialmente, de la elección natural que aparece siempre en el momento de optar por rasgos genéticos útiles para la supervivencia de la especie. La mayo- ría de los animales de sangre caliente de am- bos sexos buscan la “mejor” pareja. Una forma muy liviana sería la elección de un cónyuge. Ese tipo de eugenismo no está controvertido, pero sí el “eugenismo activo”, que es mucho más discutible. El eugenismo existe desde los tiempos más remotos, pero el moderno nace con Francis Galton (1822-1911), psicólogo y fisiólogo in- glés, primo de Charles Darwin y pensador victoriano muy adinerado. El es inventor del vocablo (eugenics) –aunque también utilizó el término “viricultura”–, a raíz del cual fundó la Galton Chair of Eugenics en el University College de Londres1. Su formulación del eugenismo se basa en la búsqueda del mejora- miento de las reservas (stock) humanas y en prevenir el deterioro del potencial genético del hombre(2)2. La noción de eugenismo se popu- larizó rápidamente entre los científicos e inte- lectuales de su época. Su trabajo culminó en la búsqueda del mejoramiento racial (race improvement) como eugenismo(3). Sin embar- go, Galton no conocía los trabajos de Gregor Mendel acerca de la transmisión de los carac- teres hereditarios y no podía distinguir entre, por una parte, el mejoramiento genético de los humanos por selección de los caracteres here- ditarios estimados como deseables y/o la su- 1 Para más información, consultar [Sitio en Internet] Disponible en http://www.galton.org 2 Ver: Galton F. Eugenics: its Definition, Scope and Aims. American Journal of Sociology 1904; X(1). En esta publicación se presenta, asimismo, un interesante debate entre Galton, G.B. Shaw, H.G. Wells, entre otros, acerca del eugenismo. Acta Bioethica 2004; año X, NO 2 137 presión de caracteres estimados como indesea- bles, y, por otra, el mejoramiento de los indivi- duos a través de intervenciones acerca de sus condiciones de vida. Él se inspiró directamen- te en los trabajos y las enseñanzas de Darwin, muy influenciado por Malthus. En breve des- cripción, los principios del eugenismo de Galton se basan en el concepto de compensa- ción de la pérdida de los mecanismos de selec- ción natural. Las leyes del eugenismo de Galton han sido ampliamente debatidas y discutidas y han ins- pirado a un gran número de filósofos y pensa- dores. También han sido tergiversadas a lo lar- go del siglo XX, en particular por los nacionalsocialistas desde 1933. La nueva “ver- sión” del eugenismo nazi consistía en favore- cer la fecundidad de los humanos considera- dos como superiores (política pronatalista, apo- yo familiar, por ejemplo) y, a la vez, prevenir la reproducción de los humanos considerados como inferiores o bien no deseables a nivel eugénico (los criminales, homosexuales, entre otros). No hubo que esperar que Hitler llegase al poder para que una mayoría de políticos ale- manes fueran favorables a ese tipo de eugenismo. Por ejemplo, la ley de 1934 acerca de la esterilización eugénica se instaló gracias a la participación activa del doctor Gütt (médi- co, alto funcionario), del jurista Falk Ruttke y del psiquiatra y genetista suizo Ernst Rüdin. Así, 400.000 alemanes fueron esterilizados entre 1934 y 1945, representando el consenso de la casi totalidad de los miembros de la comuni- dad médica alemana. Luego vinieron las exterminaciones planificadas de gitanos y ju- díos y la esterilización de mestizos, mulatas, norafricanos, indochinos, entre otros grupos. Es interesante notar que esa forma de eugenismo se basaba sobre una noción considerada como mítica de la “raza aria”, también conocida como “raza nórdica” o “raza alpina”. El eugenismo alemán y sus variantes suecas y estadouniden- ses no eran actos aislados de algunos perver- sos, sino un proceso de eliminación sistemáti- ca, basado en técnicas científicas y organiza- das por la administración. Sobre la base de tales antecedentes resulta fácil entender que el eugenismo tenga una con- notación casi exclusivamente negativa. En par- ticular, cuando tenemos a disposición las he- rramientas genéticas necesarias para aplicarlo. En general, el eugenismo conserva muchos detractores (en Alemania, debido al shock que provocó el eugenismo nazi, es casi imposible abordar el tema: pasó a ser una especie de tabú). En otros países el eugenismo está siempre a la orden del día cuando se trata de “mejorar” la especie humana, el individuo, o de eliminar enfermedades potenciales, genes defectuosos y otras fallas biológicas. Una de las escuelas más interesantes es la francesa, dada la enorme ac- tividad en la materia. El eugenismo negativi- zante (que no contempla la libre elección) es una noción que muchos han tratado de cambiar en pos de ayudar al ser humano. Otros nunca aceptaron que el término “eugenismo” fuera asociado a una noción positiva. Está claro que la comunidad judía es la primera en oponerse a tal asociación. Así, nacieron muchas acomoda- ciones del término, las cuales le hicieron per- der todo sentido posible (eugenismo positivo, negativo, activo, “bien entendido”, nuevo, sua- ve, benevolente, científico, humanista, entre otras variadas acepciones). Todas las aplicaciones –o casi– del desci- framiento del genoma humano son herramien- tas potentes que deberían permitir la práctica de un eugenismo benevolente, pero, a la vez, pueden ser utilizadas con fines muy negativos. La clonación, la corrección de genes defectuo- sos, la eliminación de enfermedades genéticas y/o hereditarias, la elaboración de medicamen- tos “personalizados”, la prevención de enfer- medades altamente probables, la utilización de Genoma y Bioética - J. L. Antoine 138 embriones y de células troncales, los transplan- tes de órganos, los xenotransplantes y hasta los transgénicos, son técnicas aptas para participar de manera eficiente en cualquier tipo de eugenismo. La cuestión consiste en saber si es realmente útil o necesario tratar de perfeccio- nar tanto la especie humana. Al tratar de res- ponder a esto estamos nuevamente frente al concepto de “ciudad utópica”, que se transfor- ma en “utopía genética” con el deseo de llegar a perfeccionar a ultranza al ser humano, trans- formándolo en lo que podríamos llamar el homo geneticus. Es preciso recordar que una de las peculia- ridades de la sociedad utópica(4) es la volun- tad de dominio y control integral de la natura- leza y, por extensión, del ser humano. Existe, no obstante, una natural asociación entre uto- pía y eugenismo. Según R. Rutier, el eugenismo es consustancial a la utopía pues ambos resul- tan del intenso afán de perfeccionar al hombre. Desde Platón a Campanella la ciudad utópica se caracteriza por un eugenismo de estado intervencionista que pretende administrar la reproducción humana. Hoy en día, tal como lo vimos bajo la influencia de Galton durante los siglos XIX y XX, el riesgo se inicia con la tole- rancia de un eugenismo individualizado y de- mocratizado. El teatro de Aristófanes, que en- juicia la ciudad de la República de Platón, así como las “contrautopías” del siglo XX (Huxley, Bradbury, Zamiatine), mostraron el elevado peligro para el individuo de renunciar a su pro- pia libertad a favor de una dicha colectiva, pues- to que la realización de las utopías conduce al totalitarismo y al desamparo de los hombres, vale decir, hacia la exacta antítesis de sus pro- pósitos iniciales. Finalmente, no podríamos cerrar este capí- tulo sin mencionar el concepto de “ortogenie” (orthogénie), propuesto por el francés Pierre Simon, con el fin de borrar definitivamente la noción de eugenismo3. Según Cohen4, “...la ortogenie se refiere a los medios médicos que tienen como objetivo una reproducción volun- taria, elegida, permitiendo a las parejas dar a luz niños con buena salud, en la perspectiva de una armonía y de un bienestar familiar”. Es un concepto de no coerción, fundado sobre la li- bertad de elección de los padres y sus deseos de tener un hijo sano. De todos modos, cree- mos, subyace en estas nociones de derecho a la reproducción de niños con buena salud, de ar- monía y de bienestar familiar –aunque sea in- voluntario y basado en cierta noción altamente ética de libertad y de no coerción– la misma ideación de una ciudad utópica, de una genéti- ca utópica y, por consiguiente, de un eugenismo latente y peligroso. Conforme a estos razonamientos, podemos preguntar si es éticamente deseable mejorar lo más posible la especie humana. El debate que- da abierto y promete largas controversias que podrían permitir que se apliquen las herramien- tas biomédicas actuales antes de tener una opi- nión inequívoca. Reflexión. La bioética y su lugar en las decisiones en las biociencias y biotécnicas La bioética emite propuestas basadas en un concilio que reúne a los representantes del pen- samiento moral y que pone, teóricamente, to- dos los estamentos y componentes de la socie- dad alrededor de la mesa. No existe para legis- lar y no es una ciencia, pues no se basa en el método científico, sino en un método en sí ca- 3 “Orto” significa derecho y “genie” deriva de genética, sin embargo, con el propósito de no referirse a la “ortogénesis”, o idea según la cual los organismos vivos evolucionan en una dirección determinada estimulados por una fuerza interna, se adoptó el término “ortogenie” que engloba, a la vez, los conceptos de norma y de gen. 4 Cohen J. Eugénisme et orthogénie. Extracto de los proceedings de la jornada de estudio del 4 de marzo de 1997 sobre eugenismo y reproducción, en París, Francia. Acta Bioethica 2004; año X, NO 2 139 racterizado por un conjunto de herramientas prácticas y un debate permanente. Algunos factores de riesgo y peligro en las tomas de decisión Existen varios peligros que pueden poner en jaque a las leyes o decretos, debido al tiem- po que se requiere para elaborar estos últimos. Un ejemplo es la clonación de seres humanos o el uso de embriones para la experimentación antes de que existiesen leyes que reglamenta- ran el uso de dichas tecnologías. A mediados de 2001, prestigiosas revistas internacionales, como Time, Wired y Focus publicaron a la clo- nación humana como tema principal, dedicán- dole la portada completa y acentuando sus re- flexiones sobre la conjetura –que varios cientí- ficos sustentaron–, según la cual el primer clon humano se crearía antes del final del mismo año. Mientras muchos países no tienen ningu- na ley sobre el tema, ni siquiera opiniones fun- dadas, otros han optado por legislaciones total- mente opuestas (por ejemplo, EE.UU., Europa y China). Este vacío deja abierta la puerta a quienes desean clonar el ser humano por razo- nes a menudo muy cuestionables. Por ejemplo, los médicos Antinori y Zavos, que argumenta- ron que la decisión de clonar es únicamente médica y no ética, ya que apunta al derecho de las personas a reproducirse. A la vez, se hicie- ron una enorme publicidad. Otro ejemplo es el de la secta raeliana, la cual, apoyada en livia- nas creencias y con la ayuda de grandes respal- dos económicos de fuentes desconocidas, ya está tratando de clonar humanos y se ufana de haberlo logrado hace tiempo. También existe el peligro de la influencia de fuerzas mayores, como el libre mercado en las sociedades liberales, las que se nutren de su creciente economía y que, por lo tanto, depen- den de ellas. La gran rapidez del progreso tec- nológico versus la lentitud de las propuestas éticas en la elaboración de leyes y en la adapta- ción social constituye un factor de riesgo que pone sobre el tapete la eventual necesidad de controlar la velocidad del mismo progreso en pos de velar por la no maleficencia y la justi- cia. De todas maneras, se crea un dilema cuan- do se toma en consideración la necesidad de favorecer la velocidad del progreso como fac- tor participativo en las economías y en el me- joramiento de la salud de los individuos. Adicionalmente, existen reales “batallas” entre las escuelas de pensamiento (moral reve- lada, ética de consenso, utilitarismo, raciona- lismo, materialismo, entre variadas posturas) que permiten aumentar la distancia entre “lo que se dice” y “lo que se hace”. A título de ejem- plo, dos perspectivas totalmente opuestas: la posición católica romana y el materialismo co- munista en cuanto a clonación humana y uso de embriones humanos se refiere. En ambos casos, prima el dogma: la Iglesia se sustenta en la letra de la Santa Biblia (revelada por Dios mismo y, por tanto, incuestionable) y los mate- rialistas maoístas en el dogma de la suprema- cía del todo en detrimento de las partes (de los valores del sistema sobre los del individuo). Uno se opone mientras el otro acepta, afirmán- dose ambos en el principio de una moral de tipo “canónica” y, por ende, indiscutible. Propuestas facilitadoras del necesario concilio en la bioética relacionada con los productos de la genómica Las distintas interpretaciones de los pensa- mientos se vuelven cada vez más centrípetas en cuanto a la genómica y sus productos. La supremacía de la subjetividad ortodoxa sobre la objetividad obtenida por la observación y el debate, metaposicionados en la ética aplicada (bioética) producen discrepancias paralizantes en las propuestas morales. Creemos que un nuevo paradigma conciliador podría ser la pues- Genoma y Bioética - J. L. Antoine 140 ta en “estado de metanoia” (es decir, con lo que está “más allá del pensamiento o del conoci- miento”), enfatizando “la percepción unitaria” que se encuentra en la base de casi todas las creencias y religiones del mundo. Otra aproximación ofrece la escuela de pen- samiento llamada “trascendentalista”, con in- fluencias de Kant y el neoplatonismo, el roman- ticismo inglés y la filosofía hindú; movimiento ideológico que fue propio de las ex colonias inglesas independientes de los EE.UU. en la década de 1830. Ralph Waldo Emerson fue su figura principal y algunos de sus integrantes fueron Bronson Alcote, Margaret Fuller, Theodore Parker, William Channing, Henry David Thoreau, Walt Whitman, el Conde León Tolstoi y el mismo Mohandas K. Ghandi. En esencia, Emerson define su libro Naturaleza (1936)(5) como un ensayo dedicado a la ética natural, luchando arduamente contra un calvi- nismo predominante, fruto del racionalismo del siglo XVIII y de las ideas de la Revolución Francesa que favorecieron la doctrina en boga en la nueva América independiente. Está claro que el trascendentalismo contie- ne los gérmenes del pensamiento de “estado de metanoia” antes mencionado y demuestra, a través de sus más fieles defensores y adeptos, que puede ser una propuesta unitaria y univer- sal de ética teórica y práctica, sin oponerse y sin defender las escuelas de pensamiento en lucha, antes mencionadas. Finalmente, cabe destacar que los movimientos heterodoxos y progresistas, tanto en psicología (desde Reich y, particularmente, desde Perls) como en filo- sofía, antropología y religión (acercamiento de las religiones y filosofías cristianas a las reli- giones y filosofías hinduistas, budistas y taoístas, tanto como a las sufíes, judías y mu- sulmanes) han progresado en ese sentido a lo largo del siglo XX y siguen hoy en día un ca- mino alentador hacia el unitarismo espiritual y humano. Conclusiones La sociedad “genética” que se está bosque- jando no es la “ciudad utópica” de Tomás Moro, pero es un resurgimiento, una nueva forma re- visada por la modernidad y los progresos de la tecnociencia. Después de habernos extendido sobre el posible futuro de los productos de la genómica y de las dificultades y riesgos de argumentar la propuesta bioética, debido a sus debilidades intrínsecas y extrínsecas, así como de haber esbozado una vía posible de conciliación en la ética práctica que podría, eventualmente, per- mitir la unificación de las escuelas de pensa- miento, creemos que, tal como están las cosas hoy en día, sería tal vez indispensable propo- ner una moratoria acerca de la finalidad de los productos de la genómica. El genoma, en su fase actual de desciframiento, no permite aún llegar a practicar el eugenismo, no permite to- davía fabricar medicamentos personalizados, practicar transplantes e injertos “perfectos”, entre sus variadas aplicaciones, pero sí permite ya la clonación y el uso de células embriona- rias, así como clonar individuos, aunque con dificultad. Estamos a la puerta de una nueva era y estamos elaborando la ciudad utópica con todas las dificultades y los peligros que hemos expuesto. Nos parece imprescindible llegar a consensos muy amplios, tomando en conside- ración a todos los pueblos, países, estamentos, religiones y culturas antes de seguir en la vía que hemos emprendido. El propósito es adap- tar mejor la bioética a un espíritu universal y, así, proponer soluciones viables a la humani- dad. Acta Bioethica 2004; año X, NO 2 141 Referencias 1. Castells M. La era de la información: economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza; 1998. 2. Galton F. Eugenics: its Definition, Scope and Aims. American Journal of Sociology 1904; X(1). 3. Galton F. Hereditary Genius. London: Macmillan; 1869. 4. Bacon F. La Nouvelle Atlantide. Paris: Flammarion; 1995. 5. Emerson R. The conduct of life. Nature & other essays. London: Dutton & Co.; 1908. Bibliografía Beck U. La sociedad de riesgo. Barcelona: Paidós; 1998. Harris J. Clones, genes, and immortality: ethics and the genetics revolutions. Oxford: Oxford University Press; 1998. Harris M. Materialismo cultural. Madrid: Alianza; 1982. Jonas H. El principio de la responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: Herder; 1995. Lolas F. Bioética. Santiago de Chile: Editorial Universitaria; 1998. Nussbaum M, Sunstein C, eds. Clones and clones: facts and fantasies about human cloning. New York: Norton & Company; 1998. Singer P. Ética práctica. Cambridge: Cambridge University press; 1995.